Importancia de la Hidratación

Serena Cuoghi
Título de Profesora de Biología

Todas las funciones metabólicas, homeostáticas y celulares de nuestro cuerpo dependen de manera directa de la proporción en la cual se encuentren disueltas las múltiples sustancias que rigen la actividad de cada una de las células, tejidos, órganos y sistemas, haciéndose indispensable el mantenimiento de una cantidad adecuada de agua a disposición del organismo para una respuesta satisfactoria de las dinámicas de: 1) regulación de la temperatura corporal, liberándonos de los incrementos de temperatura corporal producto de la actividad física y la necesaria compensación térmica con el ambiente exterior; 2) funcionalidad de órganos y tejidos, permitiendo procesos como la digestión de alimentos, transporte y asimilación de nutrientes, a lo largo del tracto digestivo y posteriormente entre las células de todo el cuerpo, la eliminación de desechos y toxinas y la lubricación de las articulaciones; 3) mantenimiento de la salud de la piel, evitando descamaciones por resequedad que propiciarían el desarrollo de una gran variedad de procesos infecciosos; 4) regulación de la correcta fluidez sanguínea, con el control de una adecuada densidad en la sangre para reducir el riesgo de formación de coágulos y el padecimiento de múltiples problemas circulatorios; y 5) mantenimiento de la salud renal, debido a su permanente funcionamiento en el proceso de eliminación de las toxinas y minerales excedentes, los cuales son disueltos en el agua para para su correcta expulsión, evitándose el riesgo de formación de cálculos y de infecciones en el sistema excretor.

Bases generales

Si tenemos en cuenta que nuestro cuerpo está compuesto en aproximadamente un 80% de agua, es fácil comprender por qué la hidratación es una acción sumamente importante para mantener un buen estado de salud. Entendemos por hidratación a la acción de consumir líquidos en variadas formas de modo continuo y permanente. Esta acción tiene por objetivo reemplazar los líquidos naturales que el organismo gasta en diferentes actividades, especialmente cuando se realiza ejercicio, a través de la sudoración o transpiración. Además, podemos decir que el agua es un elemento fundamental para el funcionamiento de cualquier ser vivo por lo cual el peligro de consumir los líquidos del organismo sin que estos sean repuestos puede generar severas complicaciones de salud.

Continuamente el organismo pierde fluidos. Perdemos líquido a través del sudor, el vapor de agua que emitimos con la respiración, la orina, las evacuaciones. En situaciones de calor extremo, fiebre o ejercicio pueden llegarse a perder hasta tres litros de agua al día.

La hidratación puede llevarse a cabo aportando líquidos diversos. Hidratarse no significa tomar agua exclusivamente. Muchos otros líquidos como a las infusiones, los jugos o zumos de frutas, la leche, sopas o incluso refrescos aportan líquidos que contribuyen a mantener un buen estado en este marco.

Cuando los líquidos perdidos no son adecuadamente repuestos se cae en una situación de déficit conocida como deshidratación. Esta lleva a la aparición de una serie de alteraciones en el funcionamiento del organismo que originan síntomas como cansancio, debilidad, calambres en los músculos, dolor de cabeza, malestar y dificultad para la concentración.

El organismo cuenta con mecanismos de regulación de la concentración de sustancias en el cuerpo, estos son capaces de identificar las alteraciones en el equilibrio de los líquidos corporales, cuando este se afecta se inician mecanismos para disminuir las pérdidas. Estos mecanismos son tan eficientes que con solo una pedida del 1% del volumen total de líquidos del cuerpo se activa el mecanismo de la sed.

Dinámica hídrica corporal

Para mantener la regulación de la cantidad de agua necesaria en el organismo, existe todo un complejo mecanismo de funciones operantes desde cada uno de los diversos sistemas del cuerpo, de manera que todas las partes del cuerpo requieren de una adecuada hidratación, cooperando todas a su vez entre sí para que eso sea posible.

El primer paso para poder mantenernos hidratados es la ingesta de líquidos, la mayor parte bajo la forma simple de agua, pero también podemos asimilar el agua que se encuentra en diversas bebidas como jugos e infusiones, y de los alimentos altamente hidratados como frutas y verduras frescas, guisos y sopas. Luego de ingresar al tracto digestivo, el segundo paso es la absorción de esta agua, función de la que se encarga el intestino delgado, para poder ser incorporada al torrente sanguíneo como parte esencial del plasma.

El tercer proceso de este sistema es la distribución del agua hacia todos los tejidos y órganos del cuerpo, para el mantenimiento del balance hídrico de cada una de las células, tanto a nivel intracelular como extracelular. Siendo el agua el mejor medio de transporte por excelencia, el organismo se vale de ella para la distribución de todo tipo de sustancias, empleándola también como recurso indispensable para la eliminación de toxinas, los diversos desechos metabólicos, y todo aquello que no sea de provecho a través de la orina, las heces, la sudoración, e incluso la propia respiración, haciéndose más que necesaria la existencia de un mecanismo de retroalimentación dirigido por el cerebro, para la regulación del equilibrio hídrico, mediante la detección de cambios en las concentraciones de sodio, permitiendo ajustar la cantidad de agua a retener o eliminar según sea requerido. Como parte esencial de este mecanismo de estímulos y respuestas, se generan las sensaciones de sed y saciedad, para hacernos saber cuándo debemos beber agua y en cuánta cantidad, ya que el exceso de este poderoso disolvente también se torna contraproducente a la hora de acumularse en demasiada cantidad en el organismo.

Un balance para cada quien

La necesidad de ingesta de agua está sujeta a múltiples variables, encontrándose entre ellas tanto las procedentes del propio organismo, como las inducidas por el medio externo, siendo así que durante los períodos más calurosos nos vemos en circunstancias de tener que beber más agua que durante los períodos invernales o estaciones de menos calor, debido a tener una menor pérdida de agua por la transpiración necesaria para mantener regulada la temperatura corporal. Esta intervención de la hidratación sobre el resto de los procesos homeostáticos del organismo, la convierten en el pilar principal de la manutención del equilibrio en todas las funciones y dinámicas requeridas para vivir en condiciones saludables, por ende, no satisfacer adecuadamente la necesidad de consumo y eliminación de agua, puede derivar en el desarrollo de múltiples afecciones de gran riesgo, como por ejemplo la diabetes, la hipertensión, las enfermedades renales, deterioro de la piel y el sistema musculoesquelético y hasta afectaciones neurológicas y hormonales de difícil diagnóstico, por lo que ha de prestarse mucha atención en las exigencias diarias de agua que nuestro propio cuerpo nos va indicando a medida que vamos desarrollando las actividades, en vez de seguir recetas estandarizadas de supuestos índices de consumo que pueden llevarnos directamente a alterar el correcto funcionamiento de la dinámica hídrica, siendo que no todos los días, ni en todo momento se ha de consumir la misma cantidad de agua, variando por completo también de persona en persona.

Existen diferentes niveles

Al hablar de reposición de líquidos hay que considerar dos tipos de hidratación, aquella por vía oral o la parenteral.

Hidratación oral. Es la vía de preferencia para llevar a cabo este proceso en una persona que se encuentra deshidratada. Esta vía de administración de líquidos funciona sólo en personas que no tienen vómitos. Las soluciones comprenden una mezcla de agua, azúcar, sal y bicarbonato.

Parenteral. Este tipo consiste en el suministro de líquidos mediante soluciones que se administran por vía intravenosa. La principal indicación para llevarlo a cabo es la presencia de condiciones que impidan la ingesta de líquidos por vía oral, como es el caso de lesiones extensas, pérdida del estado de conciencia, trastornos para tragar y la presencia de vómitos. Las soluciones empleadas para hidratación intravenosa contienen agua, sodio y en ocasiones glucosa.

Debido a la posibilidad de que ocurran pérdidas insensibles de líquido en el cuerpo, existen situaciones en las que debe prestarse mayor atención a la hidratación

Los niños y los ancianos pueden tener una menor sensibilidad ante sensaciones como la sed, bien sea por inmadurez de su sistema nervioso o por estar distraídos. Esto facilita que se deshidraten, lo que es más común cuando lleva a cabo actividad física en ambientes de calor intenso.

Los deportistas también se encuentran en mayor riesgo de tener problemas de hidratación, ya que durante el deporte se producen grandes cantidades de sudor que llevan a que se pierda tanto agua como sodio, este último es un electrólito necesario para mantener los líquidos en el cuerpo.

En estas situaciones es importante estar atento a ingerir líquidos con frecuencia, incluso aunque no se tenga sed. la deshidratación afecta profundamente el funcionamiento del organismo, al extremo que constituye una causa de mortalidad importante, especialmente en los niños y ancianos con gastroenteritis.

¿Cómo establecer una hidratación adecuada?

Pese a que no se debe asumir una rutina específica de hidratación en cuanto a un volumen y momento del día supuestamente idóneos, porque es un hecho más perjudicial que benigno, sí que pueden asumirse ciertos hábitos que nos permiten asumir con mayor equilibrio la hidratación correcta, en función de nuestras auténticas necesidades, siendo las más esenciales:

1) beber agua con regularidad y a lo largo del día, llevando contigo siempre una botella de agua para cuando lo requieras;

2) escuchar las señales del cuerpo, por ende, cuando tengas sed no la ignores postergando aún más la ingesta del vital líquido, ya que la propia sed es un indicativo de que ya los niveles están suficientemente bajos, siendo señal de urgencia para la reincorporación del agua perdida, fenómeno que no ocurre tampoco de manera inmediata tras su ingesta;

3) ajusta tu nivel de consumo según las circunstancias a las que estás expuesto y el nivel de actividad que vayas a desarrollar a lo largo de la jornada;

4) incorpora en tu dieta diaria alimentos con altos niveles de aporte de agua, como frutas frescas cortadas en trozos y ensaladas de verduras;

5) reduce la cantidad de bebidas que producen deshidratación, pese a la cantidad de agua que puedan tener, tales como las bebidas alcohólicas, las gaseosas y energizantes, todas ellas poseen grandes cantidades de azúcares y otros solutos que al ser incorporados al organismo, incrementan la necesidad de agua para compensar su concentración;

6) presta atención siempre al color y olor de tu orina, esta puede ser un excelente indicador para saber cuán eficientes estamos siendo con el balance de agua, ya que una orina clara es señal de una correcta dilución de las sustancias excretadas, mientras que la orina oscura y de olor acre es alerta directa de que nos encontramos deshidratados;

7) las personas mayores o con problemas neurológicos cerebrales, derivados de distintas causas, pueden presentar problemas en el funcionamiento de los mecanismos homeostáticos, teniendo una percepción deficiente tanto de los estímulos como de las respuestas, haciéndose necesaria la asistencia de una atención especial que vele porque se mantengan hidratadas adecuadamente.

Resumiendo

Lo fundamental radica en el hecho de que estamos justamente frente a una acción que nos permite seguir realizando nuestras actividades de manera saludable ya que se le otorga al cuerpo una buena ración de líquidos perdidos o consumidos. Uno puede hidratarse de manera específica cuando toma líquidos luego de hacer ejercicio, pero también puede hacerlo cuando consume líquidos como parte de su alimentación común (infusiones, agua, gaseosas, jugos, etc.).

Según lo que recomiendan los profesionales, una persona debe consumir normalmente entre uno y dos litros de agua por día para reponer aquellos líquidos que son consumidos por el organismo. También alertan sobre el hecho de que cuando se presenta la sensación de sed es cuando el organismo manda señales al cerebro para concientizarlo de ese estado de deshidratación, por lo cual es siempre recomendable consumir líquidos incluso cuando no se tiene sed.

 
 
 
Por: Serena Cuoghi. Profesora de Biología egresada de la UPEL. Docente especialista en Dificultades de Aprendizaje. Experta en PNL y Superaprendizaje. Desempeño en Ciencias Biológicas, e investigadora en Biodescodificación.

Art. actualizado: Sept. 2023; sobre el original de julio, 2011.
Datos para citar en modelo APA: Cuoghi, S. (Sept. 2023). Importancia de la Hidratación. Significado.com. Desde https://significado.com/im-hidratacion/
 

Referencias

Ardiz, P., & Bruera, E. (2007). Hidratación en Cuidados Paliativos: cuándo, cómo, por qué. Med. paliat, 104-120.

Cigarrán Guldrís, S. (2007). Hidratación y fluidoterapia: coloides y cristaloides. Nefrología (Madr.), 43-48.

Gil-Antuñano, N. P., Zenarruzabeitia, Z. M., & Camacho, A. M. R. (2009). Alimentación, nutrición e hidratación en el deporte. Consejo Superior de Deportes.

Plazas, M. L. O., Peñaloza, Á. P. R., & Moreno, J. A. A. (2022). Hidratación en el deporte y la actividad física: principios y métodos aplicados. Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Colombia.

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